Tenía un prunus, un árbol que al llegar la primavera, con sus hojas rojas daba un colorido especial al jardín. Después de muchos años de alegrarnos con su color y alguna fruta, se fue secando poco a poco hasta morir. Pensé en arrancarlo, pero por que no intentar darle una nueva forma de vida. Me puse en marcha con sus amigos los colores y mi cariño hacia él, y brilló de nuevo.